El desgarro es la ruptura de las fibras musculares. Esto en sí no trae dolor, pero cuando la ruptura ocurre, se rompen además vasos sanguíneos que van a derramar sangre y producir un hematoma, siendo ésta la causa del dolor al distender las capas que recubren al músculo.
Al ocurrir el desgarro, lo ideal es poner frío para intentar disminuir el flujo sanguíneo y de esta forma, reducir el tamaño del hematoma. Luego, una vez coagulada, se debe aplicar calor para aumentar el flujo sanguíneo y así ayudar a que el músculo reciba nutrientes y oxígeno que necesita para mejorar con mayor velocidad. En el caso de la distensión sin desgarro, se aplica el calor directamente.
Cuando ocurre un desgarro, una vez que la sangre se coagula, se puede mover el músculo hasta donde el dolor lo permita. Siempre que hablemos de un desgarro, leve o intenso, elongar siempre ayuda. En el caso del desgarro extremo, la ruptura total del musculo, o la desinserción del hueso, la cirugía es el tratamiento recomendado.
En el caso de una distensión, lo ideal es reforzar al músculo con erogaciones y con peso hasta que mejore. El tiempo de mejoría puede variar de una semana a seis meses, dependiendo del tamaño de la lesión.
En estos tipos de lesiones, surgen problemas de los músculos cercanos, ya que estos se tensionan y relajan por demás, para reducir el impacto de la lesión. Tanto para el desgarro como para la distensión, la Quiropraxia obtiene buenos resultados, reduciendo el tiempo de recuperación y disminuyendo los dolores del momento y los residuales.
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